Sigo observando
las horas pasar. No recuerdo el comienzo y mucho menos se que hago aquí. Solo se
que espero, pero igual… tal vez eh estado en este mismo lugar esperando por
horas o tal vez días. La gente pasa
frente a mi caminando, trotando, deslizándose sin cuidado, y así, sin darse
cuenta de mi existencia. Unos caminan
solos, otros en pareja, varios caminaban sonrientes en familia, note también a unos
que pasaban en grupos. Unos de ellos
iban uniformados, trajes ejecutivos, servicio público, limpieza, etc. Así iban
todos. Todos tan diferentes, y al mismo tiempo todos tan similares. Intento recordar rostros, pero los eh
olvidado ya. Sigo esperando cuando de pronto recuerdo una llamada y así
recuerdo también tu voz y un recado de verte en la misma banca de anoche a las
dos de la tarde frente al parque Villa Fontana.
Recuerdo que he olvidado ya mi niñez y con esto, todos esos posibles
gratos y bellos recuerdos en este parque. Pero nunca he olvidado que en mi un día
existieron esos recuerdos cualesquiera que hayan sido. Mi reloj marca quince para
las dos. El sol calienta mi rostro y empiezo
a sentir sudor deslizándose por mi rostro mientras cierro los ojos por un
segundo. Empiezo a dudar que llegues,
tu, a quien espero. Pero, aun así, si
quisiera irme y alejarme de esta banca no sabría a donde ir y es posible que tu
tengas las respuestas que busco. Tú, la única
voz grabada en mi teléfono y lo único que en este momento puedo recordar. Por un segundo me estremece un pensamiento, y
me pregunto si alguien me espera a mi de la manera que yo te espero a ti. Me pregunto también el motivo de esta espera…
y si alguien me espera de la misma manera, como hermano o hermana, como novio o
novia, como amigo, socio o hijo. Abro
los ojos y me invade un miedo al ver todos estos rostros que me rodean
nuevamente y así intento visualizar tu rostro, tu forma, tu aliento… pero no lo
consigo. Solo puedo recordar vagamente
el tono de tu voz en mi teléfono, como un eco lejano. Mi reloj marca dos en punto. Que ironía – pienso. El tiempo sigue avanzando sin dejar rastro
del pasado, sin mirar atrás mientras yo sigo inmóvil tratando de excavar lo que
el tiempo ah dejado bajo los escombros de mi amnesia. Cojo mi teléfono, busco tu mensaje y lo vuelvo
a escuchar. Tu voz es delicada, frágil y me hace suspirar. -nos
vemos a las dos, en la banca frente al parque Villa Fontana, donde nos
conocimos. Me quedo observando en mi
teléfono la estampa de la fecha en tu mensaje: marzo 25, 2009.
Un hombre
de mayor edad portando gafas, una camisa de cuadros manchada y unas chanclas
viejas y acabadas caminaba lentamente hacia mí y finalmente rompe un silencio que
eh sentido eterno para decirme – se
encuentra alguien sentado aquí? – señalando al lado izquierdo de la banca y
sin pensarlo, conteste – no, estoy solo. De su bolsillo saca unos lentes para leer y
el noticiario del día fechado Julio 23, 2014.
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